16 de septiembre de 2025
Autor:
Emilio Gracia
La estadística es esa parte de las matemáticas que nos conecta con la realidad de la vida. Pero no siempre es así. Si lanzas múltiples veces una moneda al aire jamás saldrá siempre cara. Por el contrario, si hay muchos fueras de juego dudosos, estamos viendo que prácticamente todos caen en contra del Real Madrid. Nunca sale blanco en la ruleta de la Liga, cuya tendencia al color azulgrana es sospechosa. Y eso no es solo achacable a la mala suerte o al hecho, como tratan de justificar algunos, de que el estilo del juego del Barcelona respalda los datos. Una excusa tan peregrina como absurda.
Una roja injustificable como la de Huijsen en Anoeta, no revisada por el VAR, o las decisiones milimétricas en los fuera de juego que habilitan posiciones, rara vez favorecen al Real Madrid. Además, el saldo de expulsiones —la diferencia entre las recibidas en contra y a favor— muestra una disparidad notable: desde 2001, el Barcelona acumula un saldo de +65, mientras que el Real Madrid registra -2, una brecha que genera controversia. Nadie invierte tanto tiempo en un servicio sin esperar beneficios.
Cuatro jornadas de Liga con una tendencia desbocada hacía el escarnio contra del Real Madrid han bastado para que el club elabore un informe sobre el arbitraje que remitirá a la FIFA. Nada ha cambiado con la llegada a la Real Federación Española de Fútbol de Rafael Louzán pese al aparente cambio en la cúpula del arbitraje. Un cambio, parece, para que todo siga igual. Los árbitros colocados a dedo por Negreira, algunos de los cuales pagaron a su hijo por sesiones de coaching, siguen en sus puestos sin que hasta la fecha ni la justicia ordinaria ni deportiva se hayan pronunciado. Bien es sabido que la justicia ordinaria es lenta pero la deportiva, nada más hacerse públicos los pagos, corrió un tupido velo argumentado que los posibles delitos estaban prescritos. Y la competición, con la estructura de Negreira en el arbitraje, siguió como si nada hubiese pasado hasta hoy.
Nada, por lo tanto, invita a que el cambio de Louzán fomentase una regeneración de un sistema desnudado por la estadística. No hay que olvidar que Tebas, enemigo acérrimo de Florentino Pérez, ha metido la pezuña también la RFEF como vicepresidente, controlando así todos los rescoldos del fútbol español, y que Mediapro sigue sirviendo las imágenes que los árbitros de VAR analizan en la sala VOR.
Mediapro, como todo el mundo sabe, es propiedad de Jaume Roures, avalista de Laporta en el Barcelona. Con base en las imágenes que la empresa de Roures envía en lo que es un evidente conflicto de intereses, los árbitros deciden. Y los árbitros, muchos de ellos aupados a sus puestos por Negreira, son la parte humana del fuera de juego semiautomático que decide que jugadores están en fuera de juego merced al frame seleccionado por ellos en cada acción analizable. Un círculo vicioso que se retroalimenta y en el que todos los actores protagonistas tienen intereses comunes que les conectan directamente con la podredumbre de un sistema que debió caer como un castillo de naipes al día siguiente de conocerse que un club pagó durante lustros al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA).
Para terminar de pensar mal Negreira, según informaciones de la Guardia Civil, le dijo a Bartomeu cuando el expresidente del Barcelona decidió poner fin a los pagos, que les podía ayudar con el VAR. Visto lo visto y ante la impunidad mediática de la que gozan los blaugranas, no parece descabellado pensar que dentro de unos años sepamos a quién y cómo pagaron por controlar la máquina de los frames. Será, si sucede, con todo prescrito, claro. Entre medias toca tragar y escuchar que el problema son los vídeos de Real Madrid televisión y no las tropelías de un estamento arbitral manchado por la sombra de un sistema viciado, bautizado como corrupción sistémica por el juez instructor del caso.
Enviar un informa a la FIFA sobre lo que ocurre en el fútbol español puede servir como medida de presión, pero es improbable que tenga consecuencias directas. La FIFA conoce de sobra el problema pero no actuará sin una sentencia firme. En el pasado mundial de clubes ni un solo árbitro de la Liga fue requerido para pitar en el campeonato, tendencia que salvo milagro continuará en el mundial de selecciones que se celebrará el próximo verano. Nadie quiere a mediocres cerca.
En ninguna competición se sostendría semejante concatenación de errores en la misma dirección y decisiones arbitrarias que siempre benefician al mismo: clausuras de estadios jamás cumplidas, sanciones levantadas por negarse a jugar partidos, llegar tarde a encuentros sin consecuencias, temporadas enteras sin penaltis en contra, saldo favorable de expulsiones exageradamente favorable, palancas falsas o permisos especiales para jugar en un campo sin el aforo mínimo exigible son tan solo pequeños ejemplos de una lista infinita. El elefante sigue creciendo en la habitación mientras muchos lo ven como un actor más del juego. En la ruleta de la Liga , mientras, sigue saliendo azulgrana jornada tras jornada en contra de los criterios estadísticos más elementales.